LAS MADRES
Con esa carga
dulce y tremenda del hijo
colgando de sus
hombros o apretado en los brazos,
caminan,
cruzan ríos, pantanos, espesuras.
Huyendo.
Huyendo siempre sin saber hacia dónde.
Las vemos en
refugios subterráneos,
en la profunda
entraña de la selva,
por caminos
desiertos
o en una casa
en ruinas sin puerta ni tejado
cociendo un
puñadito de arroz o dando el pecho.
Pero abrazando
siempre, protegiendo incansables
el informe
envoltorio donde asoma y reluce
como una perla
oscura la carita del hijo.
Las vemos
solas, mudas, con sus ojos abiertos,
opacos de
dolor; interrogantes,
como esperando
--¿qué?—dentro del caos.
Pero sus
rostros tienen
un raro
resplandor, cierta belleza
de signo
sobrehumano donde late
una indomable
voluntad de vida.
Ángela Figuera
Aymerich
Cuadro: Joaquín Sorolla
Cuadro: Joaquín Sorolla
No hay comentarios:
Publicar un comentario