jueves, 27 de junio de 2019

PRESENTACIÓN "LA MÁQUINA DEL TIEMPO" EN CASA PANERO DE ASTORGA



PRESENTACIÓN “LA MÁQUINA DEL TIEMPO”
Carlos Fernández del Ganso
Centro cultural “Casa Panero

Buenas tardes. Bienvenidos a nuestra presentación del libro “La máquina del tiempo”
Es un placer para nosotros que nos cedan este lugar tan emblemático en la cultura y la poesía como es la “Casa Panero” de Astorga. Tierra ruda que sin embargo en su entraña guarda una importante historia entre los reinos, tierra de caminos diversos a los que se suma por ello el de la poesía, cuna de autores de la cultura como el que da nombre a este lugar.
Y es un placer para mí tener el privilegio de presentar este libro y en esta tierra que de alguna manera me siento vinculada.
Muchas gracias.

Hoy traemos a Carlos Fernández poeta (seguramente emocionado), y “La Máquina del Tiempo”, su quinto poemario.
Un libro donde el poeta alcanza una madurez, donde pone su vertical como tal y no hay vuelta atrás.  Lleva un extenso recorrido en la poesía no solo por ser su quinto poemario, sino que en el tiempo transcurrido desde el anterior existe una transformación que consiste en su trabajo y su prolífica lectura, como se puede ver en la plenitud de la máquina del tiempo.
El tiempo, el que nos marca los límites, sin que por ello sea una máquina, sino el transcurso y la esencia de la vida, es decir, el deseo. El cual se muestra en este libro de diversos tiempos y modos.
Consta de cuatro partes, que podrían pensarse, si  nos situamos en el tiempo, como las cuatro estaciones, o también las diferentes etapas de la vida de cada ser humano.
En la portada un cuadro de Miguel Óscar Menassa, poeta, pintor, médico psicoanalista y director de la Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero de Madrid, y en las páginas interiores ilustraciones del mismo autor.

La primera parte, como lo nuevo, lo que está por explorar, por eclosionar corresponde a “Íntimos Extraterrestres”, donde la poesía muestra la ternura, la sensibilidad y el intimismo a lo que rodea, a los seres que nos rodean pero están fuera de nosotros, de nuestro cuerpo o nuestra tierra, los que señalan la condición humana rompiendo las nociones, dejándose trabajar por los conceptos y llevar por el deseo. Ellos reflejan los primeros balbuceos soltando haces de libertad, los primeros pasos en el lenguaje que nunca olvida el recuerdo, la primeras pinceladas en el lienzo del amor en todas sus dimensiones, el verso infantil al explorar el incierto pero valiente amanecer. Llevan a cumplir con el tiempo de la siega, la labranza, la fertilidad, el tiempo de la canción y el verso de costado pudiendo hablar, gozar, leer, pintar, aderezando las páginas por escribir sin final, puesto que, como dice Miguel Óscar Menassa: “Si es posible el poema, es posible la vida”. Por lo que así la perdurabilidad del poema se muestra en otros versos, los más íntimos, los que aman sin condición, los que acunan la noche, los que allanan la llegada de nuevas olas en otros campos, en otra era…
La segunda parte quizá es el ser más pletórico, la poesía se encuentra en ebullición, el deseo a flor de piel entre los “Poemas de carne y hueso”. Aquí la poesía espera el mañana, con la exaltación de los sueños nos lleva ataviados de las mejores galas por los amores del verano tan intensos pero fugaces esperando la intermitencia del “ya puedes subir…”, bajo la luz de las caracolas. Y cuando nada pueda: escribe, escribe, escribe; para recibir al invierno con alguna esquirla de la noche, y la savia de la poesía disfrazada de ternura en un zafiro negro combatiendo la mutilación de los cuerpos al añorar los primeros trazos en una hoja de papel tras el goce una tarde cualquiera. Al igual que el estruendo de la voz del pueblo pidiendo pan, emergiendo el verso que al rebatir la tirana ignorancia, se hace flor y vuela.
La tercera parte abrocha “Tres generaciones de libros”. La poesía sale a escena en su plenitud, bastante fortalecida con la fórmula de la sensatez, aporta una madurez y un saber en la lucha social utilizando tintes surrealistas, simbolizando la escena, con ello aplacar los bramidos del hambre en todas directrices; el amor, el deseo, el trabajo, la educación. Debido a la experiencia adquirida tras la exaltación de la juventud aparece una sensibilidad fortalecida en algunos repiques de campana señalando el hombre nuevo ensalzando las palabras más pobres para hacer una cura de humildad ante la mordaza de la ignorancia.
La cuarta parte, el sosiego que da la erudición, el recorrido hasta llegar al punto en que asoma la templanza de la mirada puesta en el papel escrito aparece en la “Clínica de la vida”. Esta parte que bien conoce el autor por su labor diaria, acompasada de la destreza alcanzada sumando el aporte de la ciencia, continúa la tendencia surrealista y el verso libre reconociendo en cada sujeto un poeta, en cada dolor un amor, en cada grito un verso clamando paz. El límite aquí es más perceptible para el hombre que lucha por la comida, el temblor durante el primer ensayo del adiós, el llanto de medianoche pidiendo la palabra que acaricie un nuevo amanecer, las diferentes escenas del goce, los pactos con la belleza que está por llegar. En esta parte el alma del poeta escudriña la inmensidad de la melancolía de lo perplejo al caer la oscuridad en cada ser, aporta la melodía de lo social y bajo la templanza de la poesía y la fortaleza de la palabra concede el honor de la liberación ante los fantasmas, a veces, del pasado, y a veces que no se quieren alejar de nuestras vidas.
Yo diría que todo el libro está comprometido con el pueblo llano, con la gente humilde, sencilla, de lo cotidiano, del vivir cada día. Despierta cercanía, y sensibilidad, mucha sensibilidad entre las páginas.
Y así se hizo  la voz.
Poesía. Máquina del tiempo. Voz.
Gracias Carlos
Gracias a todos. Les dejo con el autor
Gloria Gómez Candanedo

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