JARDÍN DE FUEGO
alcanzaba los últimos peldaños
de la espera y
un rayo, cruzó mi vida en la antesala.
¿Hoy te bautizan, polluelo?
Y escamas de mármol
transformaron las espinas del aire
en aleteo de la voz color gris.
¿Es aquí?
Y el viento alojó
cartones y algodón
para el embalaje
de la apuesta ya sellada,
en el pacto de los siglos.
Alojado al universo de los hombres
crucé el umbral del orgullo
y de pie,
recibí alborozado,
timbres de sonrisas,
canto de gallos,
y una infinita danza
desnudó el estiércol
en rúbricas, tierra adentro
en el eterno jardín de fuego.
Calos Fernández del Ganso
De “Contando piedras”
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