FUE EN LA CÁRCEL
Un mundo entero debajo de
este mundo vivía entre las rejas,
sin brazos que salieran al
sol para aumentar la apuesta.
Todo lo que sé, lo aprendí
en la cárcel,
hasta perfeccioné el francés
de años juveniles.
En ese pequeño mundo no
existe como verdadero,
ni siquiera el color
amarillo.
Destrozan lo poco de amor
que se acerca a la celda.
Comprended que aquí no has
venido por ser inocente,
y vamos hombre, ya mismo
declárate culpable de algo,
y si no sabes inventa.
Sí, fue en la cárcel donde
aprendí a inventar.
Todo tenia que suceder sin
arrepentimientos, sin cuerpo,
y entre truenos y humo, la
dinamita multiplicaba
lo posible incierto que
jamás ocurrió.
Lo peor que viví fue en la
cárcel.
Allí no hay almas limpias,
blancos corazones,
estrellas que nos alumbren
los pasos por venir.
Allí en la cárcel, el
horizonte te queda lejos,
y después está el
gendarme, con las manos vacías,
con la cabeza hueca, con
un corazón artificial,
sus propios escombros lo
acompañan.
Todo es gris en la cárcel.
Si, recuerdo, fue en la cárcel
donde perdí
el sentido de multiplicar
y dividir.
Harapientos mendigos,
amantes de mínimos delitos
que jamás competieron.
A ver, a ver, ¿quién fue
un asesino?
¿quién un ladrón a su
juicio?
¿quién un perverso nacido
de un vientre animal,
sin madre que sostenga su
mirada?
Dios aparece entre todos
sin ser visto y arma desórdenes extremos.
Lujurias propias de goce.
Sí, fue en la cárcel,
donde imaginé un laboratorio perfecto.
Hierros oxidados rezan por
tener una sensibilidad vegetal,
y entre las penas
impronunciables, todos son maricas,
y los machos, que el padre
nuestro los salve, o no los salve nadie.
Sí, fue en la cárcel, que
excitación te da el encierro
que no termina nunca. Obreros
de puertos sin barcos.
Bromas y carcajadas para
una lágrima desconocida.
¡Che cabrón, no puedes
violare a es aniña porque es mi hija!
Rataplán, rataplán, rataplán,
las botas caminan como los caballos.
Y lo único que existe es
el mal.
¿A ver a quién puedo joder
hoy, a qué ingenuidad,
a qué esperanza, a qué
mañana?
Hoy me violare a una
madre.
Para eso dios me ha hecho
huérfanos, él tiene completo mi legajo,
él lo ha diseñado.
Hombre infantil, cree que
diseñas u destino,
pero él arma los
escenarios para placeres que tú no te imaginas
si, recuerdo, fue en la
cárcel donde conocí los milagros.
Allí se hizo presente la
bruma del aire que tienen los esclavos.
Todos los cerebros son
huecos y se llenan con la basura
que recogen los basureros.
En vano te lavas la cara o
la cabeza.
Nadie tiene sueños, todos
son inventos.
Los grandes escritores
nacieron en la cárcel,
rodeados del estiércol
hicieron catedrales y bárbaros monumentos.
Vivieron muertos.
¿No te parece acaso un
desafío imposible de ser cierto?
Manchas en los baños
almacenan los gestos del salvado,
y desfilan los hechos jamás
vistos, jamás contados.
Un diseño para esquizofrénicos.
¿Y quién no estuvo preso?
Venganzas traman las horas
que pasan,
y ninguna virtud se hace
presente.
Todo es distancia, no hay
cita, ni desdicha.
Todo es festín sin ninguna
palabra. Todo sombra. Todo madrugada.
Algún amor clavándose en
las piedras rueda y se hace agua.
Gotas para gemidos impronunciables.
Al final todos son
culpables, se terminan definitivamente los valientes.
Y todo eso, fue en la cárcel.
Lucía Serrano
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