LO QUE FUE; LO QUE
NO HA SIDO
Hay
en lo más secreto de ti, sin que a veces los sepas,
un
desván en tinieblas donde sólo se cruzan las lluvias
y
los vientos,
donde
un vaho letárgico empaña los espejos de los días
y
duermen en los rincones los ropajes de lo nunca alcanzado
y lo perdido.
Pero
no es un lugar donde puedas entrar
como
si te asomaras a un refugio de arena que un soplo desmorona,
porque
no es un depósito violado por las rapiñas del olvido,
ni
un sueño de la muerte,
sino
sólo el letargo de la llaga y del hambre agazapados.
A
veces basta un soplo,
precisamente
un soplo que vuelve con un rumor,
con
un perfume,
o
que anuncia el desvelo de la hierba en un jardín remoto,
y
de repente se sobresalta el tiempo, se despereza el mundo,
y
todo ese sopor desaparece como un vaho
arrasado
por una llamarada.
En
cada imagen que guardó el deseo,
entre
los cielos siempre inabordables y aquellos asombrosos
paraísos
cumplidos,
se
multiplica en un instante el sol, se estremece la luz,
se
astillan en tus ojos los colores.
Insoportables
los destellos del oro, insufrible la sed de la distancia,
escasa
la medida de tus pasos detrás del horizonte fugitivo.
No
llegarás jamás.
No
hay lugar para tu alma dentro de los secretos rincones
que
te habitan.
No
alcanzará tu mano lo que fue;
tal
vez tampoco lo que nunca ha sido.
Pero
¿acaso no son esas moradas imposibles tus verdaderas propiedades,
ganadas
palmo a palmo para los territorios de los eternos bienes?
¿No
son como la inmóvil, inalterable cara de una misma moneda
que
lleva en reverso el precio que pagaste:
la
confusa, la incierta, la cambiante, la sorpresiva
cifra
del presente?
Olga
Orozco
No hay comentarios:
Publicar un comentario