LA
GALATEA
PRIMER
LIBRO
Mientras que al triste,
lamentable acento
del mal acorde son del
canto mío,
en eco amarga de cansado
aliento,
responde el monte, el
prado, el llano, el río,
demos al sordo y presuroso
viento
las quejas que del pecho
ardiente y frío
salen a mi pesar, pidiendo
en vano
ayuda al río, al monte, al
prado, al llano.
Crece el humor de mis
cansados ojos
las aguas deste río, y
deste prado
las variadas flores son
abrojos
y espinas que en el alma
se han entrado.
No escucha el alto monte
mis enojos,
y el llano de escucharlos se ha cansado;
y así, un pequeño alivio
al dolor mío
no hallo en monte, en llano,
en prado, en río.
Creí que el fuego que en
el alma enciende
el niño alado, el lazo con
que aprieta,
la red sotil con que a los
dioses prende
y la furia y rigor de su
saeta,
que así ofendiera como a mí
me ofende
al subjeto singar que me
subjeta;
mas contra un alma que es
de mármol hecha,
la red no puede, el fuego,
el lazo y flecha.
Yo si que al fuego me
consumo y quemo,
y al lazo pongo humilde la
garganta,
y a la red invisible poco
temo,
y el rigor de la flecha no
me espanta.
Por esto soy llegado a tal
extremo,
a tanto daño, a desventura
tanta,
que tengo por mi gloria y
mi sosiego la
saeta, la red, el lazo, el
fuego
Miguel de Cervantes
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