TRES
GENERACIONES DE LIBROS
Con
los brazos del lampadario que la costumbre alumbra
alejo
mi suerte de llanero solitario y tomo la senda arada.
Tropieza
el rostro con la brisa del nuevo otoño y
sin
afán me digo:
tres
generaciones ya perduran en las manos soberanas,
manos
de truhán y delicado siervo en las altas zarzamoras.
Tres
generaciones me nombran en tu patio de uvas negras.
Complacido
observo a los niños saltando la cuerda
en
la plaza del olvido
y
escucho sereno a los ancianos taconear
con
su bastón de mando: ¡Las cuarenta en copas!
Contra
la mano triunfos no arrastres.
Morir
o hacer el amor de pie,
aún
puede el jornalero que me habita
y
sin embargo nadie pudo retratar el goce
del
último aldeano.
Traducido
y premiado,
la
espalda señala el dolor del sur,
el
que sólo la caricia de tus besos calma.
¡Sigue!,
no cedas la celda la recuerdo
ni
la firma al juez del averno.
El
poeta no conoce la muerte,
no
se burla del sol, ni escupe el camino,
sabe
que los pasos dados portan el nombre que lo habita.
El
poeta no especula con galaxia, ni universo,
sabe
que la mitad del planeta nace muerto
y
la otra mitad huye en el desierto del hambre.
Confiscar
la historia es delito.
Todo
cráneo en la cuneta clama entierro y tintero.
Escribo
y brindo.
No
cedo.
Carlos
Fernández del Ganso
De "La máquina del tiempo"
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