CASTAÑAS
ASADAS
Tardes
anochecidas en la sombra
seguidas
tras aromas otoñales
asoman
a la plaza de mi alfombra
paseos
tras las hojas caídas en el asfalto,
resbalan
sobre la piel curtida de nuestro sueño,
evocaciones
de alma herida sucumben
en
almohadas vacías
mirando
al frente de panales desiertos.
No
volverán a brillar esos ojos escondidos
tras
el velo de la luna ciega.
No
volverán a sonar campanas de duelo
en
mi seno.
Ya
no tendré savia para tus besos fríos,
ni
querré el roce de tu aspereza,
ni
amaré los eslabones que cuelgan
de
tu mirada.
Ese
olor de otoño calcinado
apagó
toda mi dicha.
El
recuerdo de aquella niñez leal
hoy
se clava como un puñal en el pecho.
Me
perdí entre vuelos de tus palabras
pero
tenía las alas rotas
y
apenas rozaba socavones
abiertos
a mis pies
Ese
aroma invadió mi destino
dejándome
a oscuras entre tules grises
adheridos
a mi piel como una tela de araña.
Ese
vaho busca el perfume dañado,
pero
se ha evaporado
sin
dejar una huella en mi piel
Gloria
Gómez Candanedo
Integrante de los talleres de poesía Grupo Cero de Alcalá de Henares
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