MI PRIMERA INFANCIA
Dedicado a Pepe, en mi período estudiantil.
Y al fin abrí las
alas
desafiando a la
razón,
firme en mi
atrevimiento.
Me precipité en un
texto desconocido de intriga y misterio,
un lugar
inquietante que no podía alejar,
un enigmático
pasaje en el cual los libros cobraban vida,
donde flamantes
vocablos inventaban una extraña caligrafía.
Retando al
testimonio de una ideología atávica,
colmada de
intenciones
y con mi amuleto,
me precipite al
abismo,
cargando en la
mochila una mirada reciente.
Mis manos
temblorosas, incompletas, difusas
como la muerte que
llora en un desvanecido techo
emprenderían un
exótico periplo.
Las miradas se
cruzaban en el espacio
y no comprendían el
colapso de aquel somnoliento lugar.
Una niebla envolvía
un silencio de cadáveres putrefactos,
la intriga refulgía
en el frío de una volátil acequia,
los ladrillos
raídos por el tiempo
escondían una
inquietante umbría.
Con aplomo y
valentía me inicié en la tarea
de recoger los
desechos de una guerra,
comencé un
candoroso tramo de la vida
oculto en mí.
Poco a poco todo se
tornaba cálido,
el olor del óbito
se disipaba
ya los ladrillos
comenzaban a desvelar el secreto
formando figuras de
rostros delineados para el deseo.
El color inundaba
las paredes de cautas miradas,
de nuevas gentes
que me mostraron que todo puede ser peculiar
acatando otra
doctrina.
Y así me embarque
en un suceso imaginativo, donde las palabras
animaban a la
imaginación para trazar nuevas historias.
Esther Núñez Roma
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