A fugitivas sombras doy
abrazos;
en los sueños se cansa el
alma mía;
paso luchando a solas
noche y día
con un trasgo que traigo
entre mis brazos.
Cuando le quiero más ceñir
con lazos,
y viendo mi sudor, se me
desvía,
vuelvo con nueva fuerza a
mi porfía,
y temas con amor me hacen
pedazos.
Voyme a vengar en una
imagen vana
que no se aparta de los
ojos míos;
búrlame, y de burlarme
corre ufana.
Empiézala a seguir, fáltanme
bríos;
y como de alcanzarla tengo
gana,
hago correr tras ella el
llanto en ríos.
Francisco de Quevedo
No hay comentarios:
Publicar un comentario