martes, 23 de febrero de 2021

ESTACIONES

 


ESTACIONES

 

Adivínase el dulce y perfumado

calor primaveral;

los gérmenes se agitan en la tierra

con inquietud en su amoroso afán,

y cruzan por los aires, silenciosos,

átomos que se besan al pasar.

Hierve la sangre juvenil; se exalta

lleno de aliento el corazón, y audaz

el loco pensamiento sueña y cree

que el hombre es, cual los dioses, inmortal.

No importa que los sueños sean mentira,

ya que al cabo es verdad

que es venturoso el que soñando muere,

infeliz el que vive sin soñar.

¡Pero qué aprisa en este mundo triste

todas las cosas van!

¡Que las domina el vértigo creyérase!...

la que ayer fue capullo, es rosa ya,

y pronto agostará rosas y plantas el calor estival.

Candente está la atmósfera;

explora el zorro la desierta vía:

insalubre se torna

del limpio arroyo el agua cristalina,

el pino aguarda inmóvil

los besos inconstantes de la brisa.

Imponente silencio

agobia la campiña;

sólo el zumbido del insecto se oye

en las extensas y húmedas umbrías;

monótono y constante

como el sordo estertor de la agonía.

Bien pudiera llamarse, en el estío,

la hora del mediodía,

noche en que al hombre de luchar cansado

más que nunca le irritan,

de la materia la imponente fuerza

y del alma las ansias infinitas.

Volved, ¡oh, noches de invierno frío,

nuestras viejas amantes de otros días!

Tornad con vuestros hielos y crudezas

a refrescar la sangre enardecida

por el estío insoportable y triste…

¡Triste!... ¡Lleno de pámpanos y espigas!

Frío y calor, otoño o primavera,

¿dónde…, dónde se encuentra la alegría?

Hermosas son las estaciones todas

para el mortal que en sí guarda la dicha;

mas para el alma desolada y huérfana,

no hay estación risueña ni propicia.

 

Rosalía de Castro

 

 

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