GRANDE Y SABIO
Alcé los
ojos: tu mirada, entonces,
brilló
intensa en mis lágrimas,
como un rayo
de sol que ardiente cae
sobre
trémulas aguas.
Te dejé
mirar, por parecerme
que te
causaba pena,
aunque yo, contemplándola,
sentía
satisfacción
secreta.
Volví a
mirarte cuando ya a mis labios
atrajo una
sonrisa:
llorando
estabas tú, pero tus lágrimas
eran
lágrimas mías.
Grande es tu
corazón, porque consuela
con el
triste sufriendo:
tu corazón
es sabio porque sabe
llorar males
ajenos.
Concepción de
Estevarena
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