EL INTERLUDIO DE LAS
HORAS
En el interludio de las
horas
las agujas de una
clepsidra,
reposan precisas.
Su música acaricia los
acordes que combinan un nuevo amor.
Sutiles se detienen…
de nuevo prosiguen…
afables, abrazas una nueva
conversación.
En las alas del corazón su
tic-tac
resuena en la precisión de
otros labios, otro cuerpo.
Sus abrazos con sabor a
aire,
presentes, libres, muerden
la manzana prohibida.
Esther Núñez Roma
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