DORMIDO EN LA YERBA
Todos vienen a darme
consejo.
Yo estoy dormido junto a
un pozo.
Todos se acercan y me
dicen:
-La vida se te va,
y tú te tiendes en la
yerba,
bajo la luz más tenue del
crepúsculo,
atento solamente
a mirar cómo nace
el temblor del lucero
o el pequeño rumor
del agua, entre los árboles.
Y tú te tiendes sobre la
yerba:
cuando ya tus cabellos
comienzan a sentir
más cerca y fríos que
nunca,
la caricia y el beso
de la mano constante
y sueño de la luna.
Y tú te tiendes sobre la yerba:
cuando apenas si puedes
sentir en tu costado
el húmedo calor
del grano que germina
y el amargo crujir
de la rosa ya muerta.
Y tú te tiendes sobre la
yerba:
cuando apenas si el viento
contiene su rigor,
al mirar en ruina
los muros de tu espalda,
y, el sol, ni se detiene
a levantar tu sangre del
silencio.
Todos se acercan y me
dicen:
-La vida se te va.
Tú, vienes de la orilla
donde crece el romero y la
alhucema
entre la nieve y el jazmín,
eternos,
y, es un mar todo espumas
lo que aquí te ha traído
por que nos hables…
y tú te duermes sobre la
yerba.
Todos se acercan para
decirme:
-Tú duermes en la tierra
y tu corazón sangra
y sangra, gota a gota
ya sin dolor, encima de tu
sueño,
como en lo más oculto
del jardín, en la noche,
ya sin olor, se muere la
violeta.
Todos vienen a darme
consejo.
Yo estoy dormido junto a
un pozo.
Sólo , si algún amigo
se acerca, y, sin preguntar
me da un abrazo entre las
sombras:
lo llevo hasta asomarnos
al borde, juntos, del
abismo,
y, en sus profundas aguas,
ver llorar a la luna y su
reflejo,
que más tarde ha de hundirse
como piedra de oro,
bajo el otoño frío de la
muerte.
Emilio Prados
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