SAN VALENTÍN
Cuando baila tu cuerpo en la memoria
tanta
sombra hace el eco, tanto silencio y tanta ceguera en la frente…
qué
partitura diría ahora o gramática del invisible arpegio
postulando
un sobresaliente! el académico tiempo.
Desdoblo
la hoja y mi espalda de plumas se hace halada
sosteniendo
sobre su mano zurda todo el peso del tintero
y aquella
que en su aleteo, de mi boca rozó el veneno
firma,
bajo sentencia diestra, un renglón más de premio.
Heridas
que no se muestran, son caídas, del incesante intento.
más lento
doncel y busca hermosas palabras con esmero.
no
necesita la pícara almohada, ni licor de almendra el más plebeyo
en tu
presencia. Extender sobre el lecho, de diferentes autores sus versos y
en la
mesilla nunca olvidar papel donde envolver el recuerdo.
Después de
todo queda en su lugar, las sábanas
mudas,
desconcierto
en el suelo y la música repitiendo el eco
que no
pudo el indulto al besar la brisa mi rostro marinero.
Experto en
puertos bebo el licor sediento de la distancia
que destila
el azar naufragio del hechizo en tu voz de daga
cuando gozando,
mi nombre olvidas, cada catorce de febrero.
Carlos
Fernández
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