RETORNO DE LA DULCE LIBERTAD
Podías,
cuando fuiste marinero en tierra,
Ser
más libre que ahora,
Yéndote
alegremente,
Desde
las amarradas comarcas encendidas
De
tu recién nacido soñar, por los profundos
Valles
de huertos submarinos, por las verde
Laderas
de delfines, sumergidos senderos
Que
iban a dar a dulces sirenas deseadas.
Podías,
bien podías entonces, bien podías,
Sin
lágrimas inútiles, sin impuestas congojas,
Viajar,
llenos de viento los labios, con un golpe
De
abierta luz en medio del corazón, bien alta
La
valerosa vida cayendo de tu frente.
¿En
dónde las fronteras entonces, ese miedo,
Ese
horror a los límites,
Ese
cerco que escuchas avanzar en la noche
Como
un triste mandato que ha de cumplirse al alba?
Libertad,
dulce mía,
Por
muy niña que fueses,
Por
más chicos que fueran tus tiernos pasos, dime,
Contéstame,
si aún tus pequeños oídos
Me
conocen: ¿No intentas, fugitiva y cantando,
Retornarme
a tus libres comarcas venturosas?
¿Quién
te encarcela, dime? Di, ¿quién te pone grillos?
¿Quién
te esposa las alas y quién, dime, cerrojos
Clava
en tu lengua y sombras pone sólo en tus ámbitos?
Libertad,
no me dejes. Vuelve a mí dura y dulce,
Como
fresca muchacha madurada en la pena.
Hoy
mi brazo es más fuerte que el de ayer, y mi canto,
Encendido
en el tuyo, puede abrir para siempre,
Sobre
los horizontes del mar, nuestra mañana.
Rafael
Alberti
España
1902-1999
De
“Retornos de lo vivo lejano”
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