lunes, 10 de noviembre de 2014

Poema leído en el taller


BALADA DEL NO Y DEL SÍ


Pensaba, una vez, cuando era inocente
--y lo he sido lo mismo que tú--:
“Acaso un hombre me venga a buscar.”
¡Cuidado con perder el juicio entonces!
Y si tiene dinero,
y es bien educado,
y a diario lleva camisa limpia,
si sabe a una señora tratar,
le diré entonces: “No.”
Con la cabeza alta
y sentido común.
Brillará la luna en la noche.
Zarpará la barca de la orilla, sí,
pero no hay que dejarle pasar de la raya.
Una no puede dejarse llevar,
hay que ser frías, hay que ser duras de corazón.
¡Cuántas cosas podrían pasar!
Pero solo se puede decir “no”.

El primero que vino fue un hombre de Kemt
y era como un hombre debe ser.
El segundo tenía en el puesto tres barcos,
y estaba el tercero loco por mí.
Y como tenían dinero
y eran bien educados,
como llevaban a diario camisa limpia,
les dije a los tres “no”.
Con la cabeza alta
y sentido común.
Y la luna en la noche brilló,
se alejó la barca de la orilla, sí,
pero no les dejé pasar de la raya.
Una no puede dejarse llevar,
hay que ser frías, hay que ser duras de corazón.
¡Cuántas cosas podrían pasar!
Pero sólo se puede decir “n0”.

Mas un día, un hermoso día azul,
vino uno que no me rogó.
Colgó su sombrero en el clavo de mi habitación
y ya no supe lo que hacía.
Y como no tenía dinero,
ni era bien educado,
y no levaba camisa limpia ni el domingo,
ni sabía a una señora tratar,
a él no le dije “no”.
No tuve la cabeza alta,
ni sentido común.
Ah, brilló la luna en la noche,
y la barca atada a la orilla quedó,
pero fue inevitable pasar de la raya.
Sí, hay que dejarse llevar simplemente.
¡Tantas cosas tenían que pasar!
No se podía ya decir “no”.


Bertolt Brecht

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