BALADA DEL NO Y DEL SÍ
Pensaba, una vez, cuando
era inocente
--y lo he sido lo mismo
que tú--:
“Acaso un hombre me venga
a buscar.”
¡Cuidado con perder el
juicio entonces!
Y si tiene dinero,
y es bien educado,
y a diario lleva camisa
limpia,
si sabe a una señora
tratar,
le diré entonces: “No.”
Con la cabeza alta
y sentido común.
Brillará la luna en la
noche.
Zarpará la barca de la
orilla, sí,
pero no hay que dejarle
pasar de la raya.
Una no puede dejarse
llevar,
hay que ser frías, hay que
ser duras de corazón.
¡Cuántas cosas podrían
pasar!
Pero solo se puede decir “no”.
El primero que vino fue un
hombre de Kemt
y era como un hombre debe
ser.
El segundo tenía en el
puesto tres barcos,
y estaba el tercero loco
por mí.
Y como tenían dinero
y eran bien educados,
como llevaban a diario
camisa limpia,
les dije a los tres “no”.
Con la cabeza alta
y sentido común.
Y la luna en la noche
brilló,
se alejó la barca de la
orilla, sí,
pero no les dejé pasar de
la raya.
Una no puede dejarse
llevar,
hay que ser frías, hay que
ser duras de corazón.
¡Cuántas cosas podrían
pasar!
Pero sólo se puede decir “n0”.
Mas un día, un hermoso día
azul,
vino uno que no me rogó.
Colgó su sombrero en el
clavo de mi habitación
y ya no supe lo que hacía.
Y como no tenía dinero,
ni era bien educado,
y no levaba camisa limpia
ni el domingo,
ni sabía a una señora tratar,
a él no le dije “no”.
No tuve la cabeza alta,
ni sentido común.
Ah, brilló la luna en la
noche,
y la barca atada a la
orilla quedó,
pero fue inevitable pasar
de la raya.
Sí, hay que dejarse llevar
simplemente.
¡Tantas cosas tenían que
pasar!
No se podía ya decir “no”.
Bertolt Brecht
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