viernes, 26 de septiembre de 2025

TU VOZ SUMA UNA ESTRELLA


  

TU VOZ SUMA UNA ESTRELLA

A nuestro compañero y amigo José García

 

 

¡Qué difícil! ¡qué difícil expresar en unas letras la inmensidad,

la ausencia, la multitud!

¡Qué difícil sostener una sola lágrima

donde se condensa todo un arco iris de estampas

enclavadas en el recuerdo!

Donde suena una voz inolvidable,

capaz de traspasar auditorios sin volumen,

donde una sonrisa siempre puesta en cada verso

lo hacía enaltecer a la muchedumbre,

donde cada gesto abría el corazón

exaltando la limpidez de una alegría oculta.

¡Qué difícil será olvidar cada emulsión de sosiego

trasmitida hasta el último recoveco

de cualquier lugar donde bailaban y ensortijaban

compases y versos entre los presentes y ausentes!

¡Qué difícil se hace compendiar en un poema tantas tertulias y disfraces,

tantas tardes de esperanza y de futuros lanzados sobre la estirpe!

¡Qué difícil sostener la calidez de la cercanía que aseguraba un abrazo!

¡Hay golpes, tan duros, que la letra se emborrona en tanta memoria,

golpes tan despiadados que el aire se congela en el pulmón!

¿Qué será el grito de la miseria cuando tu voz no esté para elevarlo?

¿Qué será la fluidez adolescente,

cuando tu hombro esté ausente

para sostener la vulnerabilidad de un mal pasajero?

¿Qué será de las lágrimas de una mujer

cuando tus labios no estén para borrarlas?

¿Qué será? ¿Qué será de ese futuro,

aún por comenzar la andadura entre repliegos y escaramuzas

a capricho del destino?

¿Qué será de la fuerza que insistías al duelo de un triste devenir?

¿Qué será?

¿qué será el vacío que habrá bajo la luna de bienvenida al estío

en tertulias de trova y balada?

quizá traiga el verso que dejas a medio concluir,

donde tu voz llegue desde el recuerdo.

Tanta interrogación diluye por estos versos como afluye en mi asombro.

Sin tiempo para un adiós, ¿por qué?

 

Gloria Gómez Candanedo

 

18 de agosto de 2025

1 comentario:

  1. ¡Qué difícil!
    ¡Qué difícil expresar en unas letras la ausencia!
    ¡Qué difícil!

    Llegó el momento más sentido.
    Escuché las emotivas palabras de la madre y de la hija
    en esa abarrotada capilla de las filipenses.
    No pude evitarlo... yo también lloré.
    Su foto estaba pegada en la pared junto a esa gran cruz.
    Él me miraba y parece como si le estuviera escuchando. No podía olvidar su voz ni su amplia sonrisa.
    Terminó el homenaje.
    Esperé mi turno.
    Un abrazo a Esther.
    Fin del viaje.

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