jueves, 28 de agosto de 2025

LOS POETAS

 


LOS POETAS

 

¿Los poetas, preguntas?

Yo vi una flor quebrada

por la brisa. El clamor

silencioso de pétalos

cayendo arruinados

de sus perfectos sueños.

¡Vasto amor sin delirio

bajo la luz volante,

mientras los ojos miran

un temblor de palomas

que una asunción inscriben!

Yo vi, yo vi otras alas.

Vastas alas dolidas.

Ángeles desterrados

de su celeste origen

en la tierra dormían

su paraíso excelso.

Inmensos sueños duros

todavía vigentes

se adivinaban sólidos

en su frente blanquísima.

¿Quién miró aquellos mundos,

isla feraz de un sueño,

pureza diamantina

donde el amor combate?

¿Quién vio nubes volando, 

brazos largos, las flores,

las caricias, la noche

bajo los pies, la luna

como un seno pulsando?

Ángeles sin descanso

tiñen sus alas lúcidas

de un rubor sin crepúsculo

entre los valles verdes.

Un amor, mediodía,

vertical se desploma

permanente en los hombros

desnudos del amante.

Las muchachas son ríos

felices; sus espumas

-manos continuas- atan

a los cuellos las flores

de una luz suspirada

entre hermosas palabras.

Los besos, los latidos,

las aves silenciosas,

todo está allá, en los senos

secretísimos, duros,

que sorprenden continuos

a unos labios eternos.

¡Qué tierno acento impera

en los bosques sin sombras,

donde las suaves pieles,

la gacela sin nombre,

un venado dulcísimo,

levanta su respuesta

sobre su frente al día!

¡Oh, misterio del aire

que se enreda en los bultos

inexplicablemente,

como espuma sin dueño!

Ángeles misteriosos,

humano ardor, erigen

cúpulas pensativas

sobre las frescas ondas.

Sus alas laboriosas

mueven un viento esquivo,

que abajo roza frentes

amorosas del aire.

Y la tierra sustenta

pies desnudos, columnas

que el amor ensalzara,

templos de dicha fértil,

que la luna revela.

Cuerpos, almas o luces

repentinas, que cantan

cerca del mar, en liras

casi celestes, solas.

¿Quién vio ese mundo sólido,

quién batió con sus plumas

ese viento radiante

que en unos labios muere

dando vida a los hombres?

¿Qué legión misteriosa,

ángeles en destierro

continuamente llega,

invisible a los ojos?

No, no preguntes; calla.

La ciudad, sus espejos,

su voz blanca, su fría

crueldad sin sepulcro,

desconoce esas alas.

Tú preguntas, preguntas…

 

Vicente Aleixandre

Cuadro de Salvador Dalí

 

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