lunes, 28 de julio de 2025

LOS COLEÓPTEROS DE LAS RUINAS

 

LOS COLEÓPTEROS

DE LAS RUINAS

 

Estos negros filósofos huraños,

de fuertes patas y de antenas finas,

gozan la verdad de nuestros años,

lascivos en sus ansias masculinas.

¡Extraños,

los coleópteros de las ruinas!

Tienen fuertes artejos

los tentáculos largos de sus patas.

Con ellos trepan por los muros viejos

y pos los troncos de estas pobres matas.

Entre los torreones derruidos,

sobre la calma de las aguas muertas

del foso, en las alturas dominantes,

estos negros y fieros

guerreros de corazas quitinosas

surcan las piedras tristes

y las hierbas humildes de las grietas

con el desdén infatuo que las cosas

que andan sienten por las cosas quietas.

Y el abdomen, curvado

con la elegancia de una mandolina,

lo llevan revestido e indurado

por una negra capa de quitina,

que, sin otra armazón que les proteja,

les provee de escudo y de loriga,

sin que romperlo al combatir consiga

el aguijón agudo de la abeja

ni las fuertes maxilas de la hormiga.

Y sus hembras hermosas,

aún más curvadas elegantemente,

se entregan al amor voluptuosas

con una languidez adolescente.

Ocupación: la lucha en el verano,

con  un adarme de filosofía

cuando por el invierno el viento vano

gime en el torreón su sonería.

Anárquicos, desdeñan los progresos

del moderno y brutal colectivismo

con una religión: la de los besos;

con un solo ideal: el de sí mismo.

Así pasan la vida estos huraños

filósofos de eclécticas doctrinas.

¡Extraños,

los coleópteros de las ruinas!

 

Dámaso Alonso

Cuadro de Miguel O. Menassa

 

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