EL RETORNO INEFABLE
Yo te pensé olvidada para
siempre, o ya muerta;
sin vida en el recuerdo de
mi existencia incierta,
sin ningún débil lazo que
me ligara a ti,
y hoy veo que, más fuerte
que nunca, estás en mí.
¿Qué asociaciones psíquicas,
qué vaga sugerencia
hacen que en esta tarde
vuelvas a mi existencia?
Me acuerdo como antes te
amara, en el pasado,
allá abajo los árboles del
campo perfumado;
ebrios de luz, de oro y
ensueños, cual de un vino,
cruzábamos el bello
paisaje campesino;
tú alegre y sonriente,
soñando tus anhelos
de amor bajo la clara
belleza de los cielos.
Morían los crepúsculos en
las tardes tranquilas
con un deslumbramiento
genial en tus pupilas,
y el ansia de un deseo
clamaba en tu mirar
hondo, como el supremo
misterio de la mar…
¡Cómo te he recordado,
después, solo en la vida!
Aunque ya sin aquella
fuerza desconocida
de la emoción pasada… poco
a poco, lejana
te vi perderte a modo de
estrella en la mañana.
Fulgor sólo de un astro
que se oculta en la sombra,
palabra azul que luego ya
el labio nunca nombra.
¿Por qué en mi vida –estancia
muda y abandonada-
enciendes hoy de nuevo la
lámpara apagada…?
Estaba hoy solo y mudo,
solo frente al destino.
Los cielos eran diáfanos,
límpido mi camino.
Nada turbaba la honda serenidad
del alma;
ni inquietud ni deseo
alteraban la calma
total de mis arterias; la
paz fluía en las cosas
vitales; en sutiles
corrientes misteriosas,
en fluídicas ondas de luz
y de armonía
el alma de los mundos a
los seres se unía…
¿Qué vibración del éter
unió nuestra existencia
de pronto, en luminosa,
mutua correspondencia?
¿Qué esencia de las cosas,
qué ley desconocida?
La paz era en mi espíritu
y era en mi corazón.
Pero vibraste al ritmo de
lo eterno en mi vida…
¡Y he temblado en la tarde
con humana emoción!
Regino Pedroso
Cuba 1896-1983
Cuadro: "Ya nunca más arpegios" de Miguel O. Menassa
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