ALTO CRECEN LOS CARDOS
Ya que nada me dicen
los que tienen la voz,
hablo contigo piedra,
con tus silencios hablo.
Ni es el ave que canta,
ni es el viento que silba,
ni al insecto que gime
ni al agua que murmura.
Es al hombre a quien pido
ese acento de hermano,
la palabra, su gracia
para saber que existo.
Mas el hombre se ha vuelto
tierra de su principio
y hablo contigo, tierra,
con tus silencios hablo
ya que los dos sabemos
no ver, no oír, callar.
Las tres eternas, sabias
virtudes de los muertos.
Rafael Arozarena
Cuadro: "Llegada inesperada" de Miguel O. Menassa
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