miércoles, 19 de junio de 2024

LIMBO

 

LIMBO

 

A Octavio Paz

 

La plaza sola (gris el aire,

negros los árboles, la tierra

manchada por la nieve),

parecía, no realidad, mas copia

triste sin realidad. Entonces,

ante el umbral, dijiste:

viviendo aquí serías

fantasma de ti mismo.

Inhóspita en su adorno

parsimonioso, porcelanas, bronces,

muebles chinos, la casa

oscura toda era,

pálidas sus ventanas sobre el río,

y el color se escondía

en un retablo español, en un lienzo

francés, su brío amedrentado.

Entre aquellos despojos,

proyecto, el dueño estaba

sentado junto a su retrato

por artista a la moda en años idos,

imagen fatua y fácil

del diletante, divertido entonces

comprando lo que una fe creara

en otro tiempo y otra tierra.

allí con sus iguales,

damas imperativas bajo sus afeites,

caballeros seguros de sí mismos,

rito social cumplía,

y entre el diálogo moroso,

tú oyendo alguien me dijo: “Me ofrecieron

la primera edición de un poeta raro,

y la he comprado”, tu emoción callaste.

Así, pensabas, el poeta

vive para esto, para esto

noches y días amargos, sin ayuda

de nadie, en la contienda

adonde, como el fénix, muere y nace,

para que años después, siglos

después, obtenga al fin el displicente

favor de un grande en este mundo.

Su vida ya puede excusarse,

porque ha muerto del todo;

su trabajo ahora cuenta,

domesticado para el mundo de ellos,

como otro objeto vano,

otro omamento inútil;

y tú cobarde, mudo

te despediste ahí, como el que asiente,

más allá de la muerte, a la injusticia.

Mejor la destrucción, el fuego.

 

Luis Cernuda

Cuadro: "Tendidos en el aire" de Miguel O. Menassa

No hay comentarios:

Publicar un comentario