AL HIJO
No
soy yo quien te engendra. Son los muertos.
Son
mi padre, su padre y sus mayores;
son
los que un largo dédalo de amores
trazaron
desde adán y los desiertos
de
Caín y de Abel, en una aurora
tan
antigua que ya es mitología,
y
llegan, sangre y médula, a este día
del
porvenir, en que te engendro ahora.
Siento
su multitud. Somos nosotros
y,
entre nosotros, tú y los venideros
hijos
que has de engendrar. Los postrimeros
y
los del rojo adán. Soy esos otros,
también.
La eternidad está en las cosas
del
tiempo, que son formas presurosas.
Jorge
Luis Borges
Cuadro: Joaquín Sorolla
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