CUERPO
DESNUDO
Y
vienes y te quedas
blanca,
casi de mármol,
como
un escalón puro para subir a Dios.
No
sé qué hacer, dónde buscar
mis
palabras más verdaderas, cómo decirte
que
llevo en la mirada reflejado tu pecho,
y
los brazos me caen, como en derribo,
al
verte aquí, a mi lado, morena, lejos siempre.
Voy
hacia ti como hacia el mar, despliego
las
velas, ay, las alas de mi infancia,
veloz
mi corazón cruza la arena,
se
me dobla el dolor, te miro
toda
agua navegable, toda
pequeña,
como
una estrella húmeda y parada.
Rodeado
de naranjos, asombrándome
de
ver los pájaros de oro,
era
yo niño, comí
pan
duro entre las manos vivas de mi madre,
y
los zapatos rotos me hacían sentir la tierra,
mientras
la tierra iba levantándome a hombre sin remedio.
Quisiera
haberte visto entonces, cuando
las
calles bombardeadas. Ven,
dame
la mano, sube
conmigo
al monte negro de la pena.
Dame
la mano, dime
si
he de morir, si voy a ser eterno,
déjame
repartirte como un pan por mis brazos.
Pero
qué importa, ya que importa,
ya
para qué acordarme, si hoy te quedas
desnuda,
inmóvil,
si
hoy has crecido tanto
que
olvido y rompo aquella infancia de humo
y
voy a ti en silencio como un rayo de luz.
Carlos
Sahagún
Autor del cuadro: Julio Romero de Torres
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