LIBROS
Comprendí todos los leales
libros que tuve entre las manos.
Los leí con pasión y
divina furia,
con raudal entusiasmo.
Después, cautelosamente y
en silencio,
ya comprendidos y
cerrados,
en sus estantes, ¡nobles
solios!
se quedaron
inmóviles,
soñando,
como al anochecer en los
ramajes
las mariposas y los
pájaros.
¡Vivas criaturas en
reposo!
¡Libros de mi explorar,
libros amados!
Uno tan sólo permanece
abierto,
sin comprender, a orillas
del espanto.
No pude penetrar en sus
enigmas.
¡Libro extraño!
De todos los que tuve,
¡el inhumano!
¡El libro de mi ser, sus
hojas duras,
su aridez, su
incandescencia, su rechazo!
¡Y así se queda para
siempre abierto,
sobre la mesa en que
trabajo!
Germán Pardo García
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