EL INCOMPETENTE
Nací tan malo para
competir
que Pedro y Juan se lo
llevaban todo;
las pelotas,
las chicas,
las aspirinas y los
cigarrillos.
Es difícil la infancia
para un tonto
y como yo fui
siempre más tonto que los otros tontos
me birlaron los lápices,
las gomas
y los primeros besos de
Temuco.
Ay, aquellas muchachas!
Nunca ví unas princesas
como ellas,
eran todas azules o
enlutadas,
claras como cebollas, como
el nácar,
manos de precisión,
narices puras,
ojos insoportables de
caballo,
pies como peces o como
azucenas.
Lo cierto es que yo anduve
esmirriado y cubriendo con
orgullo
mi condición de enamorado
idiota,
sin atreverme a mirar una
pierna
ni aquel pelo detrás de la
cabeza
que caía como una catarata
de aguas oscuras sobre mis
deseos.
Y yo no sirvo para
rebelarme.
Esto de andar luciendo
méritos o medallas
escondidas,
nobles acciones, títulos
secretos,
no va con mi pasmada
idiosincrasia;
yo me hundo en mi agujero
y de cada empujón que me
propinan
retrocediendo en la
zoología
me fui como los topos,
tierra abajo,
buscando un subterráneo
confortable
donde no me visiten las
moscas.
Esa es mi triste historia
aunque posiblemente menos
triste
que la suya, señor,
ya que también
posiblemente pienso,
pienso que usted es
aún más tonto todavía
Pablo Neruda
No hay comentarios:
Publicar un comentario