THAMAR Y AMNÓN
Para
Alfonso García-Valdecasas
La
luna gira en el cielo
sobre
las tierras sin agua
mientras
el verano siembra
rumores
de tigre y llama.
Por
encima de los techos
nervios
de metal sonaban.
Aire
rizado venía
con
los balidos de lana.
La
tierra se ofrece llena
de
heridas cicatrizadas,
o
estremecida de agudos
cauterios
de luces blancas.
*
Thamar
estaba soñando
pájaros
en su garganta,
al
son de panderos fríos
y
cítaras enlunadas.
su
desnudo en el alero,
agudo
norte de palma,
pide
copos a su vientre
y
granizo a sus espaldas.
Thamar
estaba cantando
desnuda
por la terraza.
Alrededor
de sus pies,
cinco
palomas heladas.
Amnón,
delgado y concreto,
en
la torre la miraba,
llenas
las ingles de espuma
y
oscilaciones la barba.
Su
desnudo iluminado
se
tendía en la terraza,
con
un rumor entre dientes
de
flecha recién clavada.
Amnón
estaba mirando
la
luna redonda y baja,
y
vio en la luna los pechos
durísimos
de su hermana.
*
Amnón
a las tres y media
se
tendió sobre la cama.
toda
la alcoba sufría
con
sus ojos llenos de alas.
La
luz, maciza, sepulta
pueblos
en la arena parda,
y
descubre transitorio
coral
de rosas y dalias.
Linfa
de pozo oprimida
brota
silencio en las jarras.
En
el musgo de los troncos
la
cobra tendida canta.
Amnón
gime por la tela
fresquísima
de la cama.
Yedra
del escalofrío
cubre
su carne quemada.
Thamar
entró silenciosa
en
la alcoba silenciada,
calor
de vena y Danubio,
turbia
de huellas lejanas.
Thamar,
bórrame los ojos
con
tu fija madrugada.
Mis
hilos de sangre tejen
volantes
sobre tu falda.
Déjame
tranquila, hermano.
Son
tus besos en mi espalda
avispas
y vientecillos
en
doble enjambre de flautas.
Thamar,
en tus pechos altos
hay
dos peces que me llaman,
y
en las yemas de tus dedos
rumor
de rosa encerrada.
*
Los
cien caballos del rey
en
el patio relinchaban.
Sol
en cubos resistía
la
delgadez de la parra.
Ya
la coge del cabello,
ya
la camisa le rasga.
Corales
tibios dibujan
arroyos
en rubio mapa.
*
¡Oh,
qué gritos se sentían
por
encima de las casas!
qué
espesuras de puñales
y
túnicas desgarradas.
Por
las escaleras tristes
esclavos
suben y bajan.
Émbolos
y muslos juegan
bajo
las nubes paradas.
Alrededor
de Thamar
gritan
vírgenes gitanas
y
otras recogen las gotas
de
su flor martirizada.
Paños
blancos enrojecen
en
las alcobas cerradas.
Rumores
de tibia aurora
pámpanos
y peces cambian.
*
Violador
enfurecido,
Amnón
huye con su jaca.
Negros
le dirigen flechas
en
los muros y atalayas.
Y
cuando los cuatro cascos
eran
cuatro resonancias,
David
con unas tijeras
cortó
las cuerdas del arpa.
Federico
García Lorca
“Romancero
gitano”
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