PENÚLTIMA ESTACIÓN
He
aquí helados, cristalinos,
sobre
el virginal regazo,
muertos
ya para el abrazo,
aquellos
miembros divinos.
Huyeron
los asesinos.
Qué
soledad sin colores.
0h,
madre mía, no llores.
Cómo
lloraba María.
La
llaman desde aquel día
la
Virgen de los Dolores.
¿Quién
fue el escultor que pudo
dar
morbidez al marfil?
¿Quién
apuró su buril
en
el prodigio desnudo?
Yo,
Madre mía, fui el rudo
artífice,
fui el profano
que
modelé con mi mano
ese
triunfo de la muerte
sobre
el cual tu piedad vierte
cálidas
perlas en vano.
Gerardo
Diego
Cuadro: Jardín de otoño de Vincent Van Gogh
siempre habrá poesía!!
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