¿TE
ACUERDAS?
¿Te
acuerdas? Fue en el cuarto de los niños. La tarde
de
estío alzaba, limpia, por entre la arboleda
suavemente mecida, últimas glorias puras,
tristes
en el cristal de la ventana abierta.
El
maniquí de mimbre y las telas cortadas,
eran
los confidentes de mil cosas secretas,
una
majia ideal de deshojadas rosas
que
el amor renovaba con audacia perversa…
¡Oh,
qué encanto de ojos, de besos, de rubores;
qué
desarreglo rápido, qué confianza ciega,
mientras,
en la suave soledad, desde el suelo
miraban,
asustadas, nuestro amor las muñecas!
Juan
Ramón Jiménez
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