LA ÚLTIMA ESTACIÓN
A Sergio Lilid Céspedes, actor, novelista y
dramaturgo.
Partiste en un último trayecto
mientras viajas con la mente y la
fantasía
de un extraordinario escritor,
con la dignidad de un aventurero
incansable
que siempre supo volar
y con las botas puestas de un
guerrillero
manchadas con el barro del
idealismo
del que no te podías desprender.
Empuñaste, siempre lanza en
ristre, un ideal de justicia.
Cabalgabas por los ferrocarriles
cotidianos,
la pasión por el teatro era tu
motor,
portabas en tus pupilas esa
ilusión
regalando, con tu voz engolada,
una dosis de maravillosa quimera
en cada estación.
Amando a bellas Dulcineas,
luchando contra los gigantes
molinos
encarnabas como nadie a un Quijote
de triste figura.
Lector voraz que no encontraba
respuesta
a los grandes conflictos de la
humanidad,
maestro rural antes y
con los pies en este mundo
idealista incansable,
enseñaste a leer a los niños
pobres de las aldeas
y defendiste al indio mapuche
exterminado en la selva.
Te encerraron en Chacabuco
pero los barrotes no pudieron
contigo.
En la sombría y húmeda cárcel
construiste tus alas
de libertad.
Seguiste viajando, amando y
trabajando la palabra,
compartiendo conversaciones
sembrando amistades
pasados los años
desde una cómoda metrópoli
donde habitabas y podías mirar
hacia otro lugar
mirabas a ese Chile, sin
evolucionar,
condenabas la represión policial.
Clamabas por esos estudiantes
universitarios
a los que no se le permitía
pensar.
Luchaste hasta el final.
No serás polvo en el viento
dejaste tu palabra de dramaturgo
escrita
en el corazón de los que te
conocieron
y aunque haya caído el telón
y ya no resuene el eco de tu último
aplauso
una lágrima de orgullo y
agradecimiento
podrás ver en el rostro de
aquellos
que hemos compartido más de una
velada contigo.
Para ti un eterno aplauso.
Hasta siempre y
siempre estarás conmigo
mi compañero y amigo.
Maribel Domínguez Duarte
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