jueves, 21 de septiembre de 2017

UNA ROSA PADECE - Germán Pardo García


 
UNA ROSA PADECE

 

Una rosa padece.
Detrás de un campo de concentración
custodiado por amenazadores perros de batalla,
una rosa padece.

 
Es la tarde. Un crepúsculo lleno de violencia y de pólvora.

 
De la distancia, lejos, allá desde los valles,
una brisa ligera le humedece la túnica.
Por un instante toda su hermosura se afianza
a la vida.
Después vuelve a sufrir como si fuera un hombre
detrás de un campo de concentración,
custodiado por amenazadores perros de batalla.

 
La tarde ya no tiene color, ni luz, ni fuerza.
Con la sombra inminente gigantescos aviones
regresaron como águilas heridas.
Atrás quedó el silencio, nada más que el silencio, solamente el silencio,
turbado a veces por la agonía
desesperada y el nocturno grito.

 
Y en las grandes penumbras
una rosa padece,
detrás de un campo de concentración.
Pudiera ser un hombre y oprimir con las manos
los estambres de acero,
las eléctricas púas.
Proclamar su esperanza
y en la sombra erigirla cual celeste bandera.
Pudiera ser un hombre, pero sólo es un iris vegetal, una rosa
detrás de un campo de concentración,
custodiado por amenazadores perros de batalla.

 
La tiniebla es mas sorda y el dolor más certero.
Ya no existe el crepúsculo de violencia y de pólvora.
Hay una paz inerme donde nada respira.
Una paz semejante a la móvil quietud de las llanuras,
donde un obús sin estallar pudiera
repercutir de pronto y aniquilar el mundo
con la absoluta cólera de su enfrenado trueno.
 

Germán Pardo García
De “Poemas contemporáneos”

 

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