DEDICATORIA FINAL
Pero
tú existes ahí. A mi lado. ¡Tan cerca!
Muerdes
una manzana. Y la manzana existe.
Te
enfadas. Te ríes. Estás existiendo.
Y
abres tanto los ojos que matas en mí el miedo,
y
me das la manzana mordida que muerdo.
¡Tan
real es lo que vivo, tan falso lo que pienso
que
-¡basta!- te beso!
¡Y
al diablo los versos,
y
Don Uno, San Equis, y el Ene más Cero!
Estoy
vivo todavía gracias a tu amor, mi amor,
y
aunque sea un disparate todo existe porque existes,
y
si irradias, no hay vacío, ni hay razón para el suicidio,
ni
lógica consecuencia. Porque vivo en ti, me vivo,
y
otra vez, gracias a ti, vuelvo a sentirme niño.
Gabriel
Celaya
No hay comentarios:
Publicar un comentario