domingo, 16 de octubre de 2016

EL PARO


EL PARO

 

De repente sentimos que este mundo
con tanto esfuerzo nuestro levantado
es un montón de arena solamente
y que se nos deshace entre las manos.

 
Que no sirvió de nada aquel empeño
de construir tenazmente a diario
los cimientos, los muros, la techumbre
con material de amor y de cansancio,

 
poniendo entre las piedras la esperanza
y el corazón poniéndolo muy alto
y venciendo al abrir cada mañana
la puerta de la calle el miedo, el pánico

 
de comprender que cuanto atrás se queda
descansa solamente en nuestros brazos,
venciendo cada noche a los fantasmas
de la desilusión y el desencanto.

 
Todo lo conseguido no posee
la resistencia de una rama de árbol.
Esta casa de arena puede un día
de repente venírsenos abajo.

 
Son nuestros mundos sólo montoncitos
a merced de que sople un viento airado
y alise cruelmente los relieves
que en ilusión y tiempo moldeamos.

 
En el vacío van nuestras pisadas
ciegas. Imaginad, imaginaos
que escribimos en páginas de aire,
que el agua en una cesta atesoramos.

 
Pasamos nuestros dedos sobre estas
realidades queridas. Es el tacto
de la arena insegura lo que llega
a nuestro corazón. Ahora besamos

 
el cuerpo que comparte con nosotros
mar de amargura y gota de entusiasmo
y es un sabor de arena lo que el beso
pone en la superficie de los labios.

 
Somos de arena antes que por la muerte
antes que por huir en tiempo y llanto,
por esta vacilante arquitectura
de amor y dolor en que habitamos.

 
Leopoldo de Luis
"Juego limpio"

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