martes, 24 de septiembre de 2013

Un poema de Maribel Domínguez Duarte


SEGUIRÉ REMANDO

A mi padre


No logrará la desgarradura del tiempo
Perteneciente a las ásperas horas
Estancadas en el dolor,
Ni el enjambre de los ruidosos días venideros
Vaciar las íntimas celdas
Donde habita tu presencia.

Resuena en voces ajenas
Tu cordial sonrisa
Posada en la dignidad de una ventana vacía.

Farina bebe vino amargo para nunca olvidarla
Estalla una mueca de orgullo
Dirigida a tu piel labrada
De navegante abnegado.

Albergo tu sangre, latiendo,
Remando hacia lejanos puertos,
Aquellos que nombrabas:
Casablanca, Agadir, El Gran Tarajal…
Emprendiste nuevos pasos en la árida meseta
Trabajando con tenacidad
Amando con tesón
En un sólido pilar
Compuesto por el fulgor de este amor inextinguible
Que siento muy adentro.

Tus cansados huesos
Asumieron la ley implacable del tiempo.

Descansa tranquilo,
Compartiste toda la bondad de la que estabas repleto
Te cubre para siempre,
Un bello recuerdo encendido.


Maribel Domínguez Duarte

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