domingo, 27 de enero de 2013

Poema leído en el taller, 20 de enero 2013

Miércoles de Ceniza


I

Porque no tengo esperanza de volver otra vez
porque no tengo esperanza
porque no tengo esperanza de volver
deseando el don de este hombre y la capacidad de aquel
            hombre
ya no me esfuerzo por esforzarme hacia tales cosas
(¿por qué habría de extender sus alas el águila enve-
jecida?)
¿Por qué habría yo de lamentar
el desvanecido poder del reino acostumbrado?

Porque  no tengo esperanza de conocer otra vez
la gloria inválida de la hora positiva
porque no pienso
porque sé que no conoceré
el único verdadero poder transitorio
porque no puedo beber
ahí donde florecen árboles y brotan fuentes, pues ahí
            no ha nada otra vez.

Porque sé que el tiempo es siempre tiempo
y el lugar es siempre y sólo lugar
y lo que es efectivo es sólo efectivo por una vez
y sólo para un lugar
me alegro de que las cosas sean como son y
renuncio al rostro bienaventurado
y renuncio a la voz
porque no puedo tener esperanza de volver otra vez
por consiguiente me alegro, teniendo con construir algo
de que alegrarme
y ruego a Dios que tenga misericordia de nosotros
y ruego que pueda olvidar yo
esos asuntos que discuto demasiado conmigo mismo
explico demasiado
porque no tengo esperanza de volver otra vez
que respondan estas palabras
por lo que se ha hecho, para que no se vuelva a hacer
ojala el juicio sobre nosotros no sea demasiado gravoso.

Porque estas alas ya no son alas para volar
sino simples aspas para batir el aire
el aire que ahora está completamente tenue y seco
más tenue y más seco que la voluntad
enséñanos a que nos importe y a que no nos importe
enséñanos a estar sentados tranquilos.

Ruega por nosotros pecadores ahora y en a hora de
            nuestra muerte.
Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra
            muerte.


            II

Señora, tres leopardos blancos estaban sentados al pie de
            un junípero
a la fresca del día, habiéndose nutrido hasta la saciedad
de mis piernas mi corazón mi hígado y los se contenía
en la hueca redondez de mi cráneo. Y Dios dijo
¿Han de vivir esos huesos? ¿han de vivir
esos huesos? Y lo que estaba contenido
en los huesos (que ya estaban secos) dijo gorjeando:
por la bondad de esa Señora
y por su amabilidad, y porque
honra a la Virgen en meditación,
brillamos de claridad. Y yo que estoy aquí desmembrado
ofrezco mis acciones al olvido, y mi amor
a la posteridad del desierto y al fruto de la calabaza.
Es eso lo que recobra

mis tripas las cuerdas de mis ojos y las porciones indi-
            geribles
que rechazan los leopardos. La Señora se ha retirado
con una túnica blanca, a la contemplación, con una túnica
            blanca.
Que la blancura de los huesos ofrezca expiación para el
            olvido.
No hay vida en ellos. Como estoy olvidado
y quería estar olvidado, así querría olvidar
así, devoto, concentrado en propósito. Y Dios dijo
Profetiza al viento, al viento sólo pues sólo
el viento escucha. Y los huesos cantaron gorjeando
con el estribillo de la cigarra, diciendo

Señora de los silencios
tranquila y agitada
desgarrada y enterísima
rosa de la memoria
rosa del olvido
agotada y dadora de vida
acongojada y llena de reposo
la Rosa única
es ahora el Jardín
donde acaban todos los amores
terminan el tormento
del amor insatisfecho
el mayor tormento
del amor satisfecho
fin del viaje
sin fin hacia ningún fin
conclusión de todo lo que
es inconcluible
lenguaje sin palabra y
palabra de ningún lenguaje
gracia a la Madre
por el Jardín
donde acaba todo amor.

Bajo un junípero cantaban los huesos, dispersos y bri
            llantes.
Nos alegra estar dispersos, nos servimos de poco unos
            a otros,
bajo un árbol a la fresca del día, con el consuelo de la
            arena,
olvidándose de ellos mismos y el uno del otro, unidos
en la calma del desierto. Esta es la tierra que os
repartiréis echando a suertes. Y ni división ni unidad
importan. Esta es la tierra. Tenemos nuestra herencia.



            III

En la primera revuelta de la segunda escalera
me volví y vi abajo
la misma forma retorcida en la baranda
bajo el vapor en el aire fétido
luchando con el demonio de las escaleras que revistel
la cara engañosa de esperanza y de desesperación.

En la segunda revuelta de la segunda escalera
les dejé retorciéndose, volviendo abajo:
a no había más caras y la escalera estaba oscura,
húmeda, mellada, como la boca de un viejo babeando,
            ya sin arreglo,
o el dentado gaznate de un tiburón envejecido.

En la primera vuelta de la tercera escalera
había una ventana estriada con panza como de higo
y más allá del espino en flor y una escena pastoril
la figura de anchas espaldas vestida de azul y verde
hechizaba el mayo con una antigua flauta.
Dulce es el pelo al viento, pelo pardo al viento sobre
            La boca,
lila y pelo pardo;
distración, música de la flauta, descansillos y escalones
            De la mente en al tercera escalera,
desvaneciéndose, desvaneciéndose: fuerza más allá de
            esperanza y desesperación
trepando la tercera escalera.

Señor, no soy digno
Señor, no soy digno
            pero di sólo la palabra.

           
            IV

Quién andaba entre lo violeta y lo violeta
quién andaba entre
las diversas filas de variado verde
yendo de blanco y azul,  el color de María,
hablando de cosas triviales
en ignorancia  y en conocimiento del dolor eterno
quién se movía entre los demás mientras caminaban,
quién entonces dio fuerza a las fuentes y refrescó los
            manantiales

Enfrió la roca seca y afirmó la arena
en azul de espuela-de-caballero, azul de color de María,
Sovegna vos.

Aquí están los años que caminan por en medio, llevándose
allá los violines y las flautas, restaurando
a través de una clara nube de lágrimas, los años, res-
            taurando
con nueva estrofa la antigua rima. Redime
el tiempo. Redime
la visión no leída en el sueño superior
mientras enjoyados unicornios pasan tirando del dorado
            coche fúnebre.

La silenciosa hermana velada en blanco y azul
entre los tejos, tras el  dios del jardín,
con su flauta sin aliento, inclinó la cabeza con una señal
            pero no dijo palabra.

Pero la fuente se alzó y el pájaro dejó caer su canto
redime el tiempo, redime el sueño
la prenda de la palabra no oída, no dicha

hasta que el viento sacuda mil susurros del tejo

y después de este nuestro destierro.


            V

Si la palabra perdida se ha perdido, si la palabra gastada
            se ha gastado,
si la palabra no oída, no dicha
no está dicha ni oída,
sigue siendo la palabra no dicha, la palabra no oída,
la Palabra sin palabra, la Palabra dentro
del mundo y para el mundo;
y la luz brilló en la tiniebla y
contra la Palabra el mundo sin acallar aún daba vueltas
en torno al centro de la Palabra silenciosa.

            Oh pueblo mío, qué te he hecho yo.

¿Dónde se encontrará la palabra, dónde resonará
la palabra? No aquí, ahí no hay bastante silencio
no en el mar ni en las islas, no
en tierra firme, en el desierto ni en tierra de lluvia,
para aquellos que caminan en la oscuridad
tanto en el día como en la noche
el tiempo justo y el lugar justo no están aquí
no hay lugar de gracia para los que evitan el rostro
no hay tiempo de alegría para los que caminan entre el
            ruido y niegan la voz.

¿Rogará la velada hermana por
los que caminan en tiniebla, los que te eligieron y se te
            Opusieron,
los desgarrados en el dilema entre estación y estación,
            tiempo y tiempo, entre
hora y hora, palabra y palabra, poder y poder, los que
            esperan
en tiniebla? ¿Rogará le velada hermana
por los niños ante las puertas
que no se quieren marchar y no pueden rezar?
Ruega por los que eligieron y se oponen

            Oh pueblo mío, qué te he hecho yo.

¿Rogará la velada hermana entre los esbeltos
tejos por los que la ofenden
y están aterrados y no pueden rendirse
y afirman ante el mundo y niegan entre las rocas
el desierto en el jardín el jardín en el desierto
de sequía, escupiendo por la boca la reseca semilla de
            manzana?

Oh pueblo mío.


VI

Aunque no tengo esperanza de volver nunca más
aunque no tengo esperanza
aunque no tengo esperanza de volver

oscilando entre el beneficio y la pérdida
en este breve tránsito donde cruzan los sueños
el crepúsculo cruzado de sueños entre nacimiento y agonía
(Me acuso Padre) aunque no deseo desear esas cosas
desde la ancha ventana hacia la orilla de granito
las blancas velas siguen volando al mar, al mar volando
alas sin romper

Y el corazón perdido se pone duro y se alegra
de la lila perdida y las perdidas voces del mar
y el débil espíritu se aviva para rebelarse
por la inclinada vara-de-oro y el perdido olor del mar
se aviva para recobrar
el grito de la codorniz y el chorlito que revolotea
y el ojo ciego crea
las formas vacías entre las puertas de marfil
y el olor renueva el sabor de sal de la tierra arenosa

Este es el tiempo  de tensión entre morir y nacer
el lugar de soledad donde cruzan tres sueños
entre rocas azules
pero cuando las voces sacudidas del tejo se van a la deriva
sacúdase al otro tejo y conteste.
Bienaventurada hermana, madre santa, espíritu de la
            fuente, espíritu del jardín,
no nos consientas que nos burlemos de nosotros mismos
            con falsedades,
enséñanos a que nos importe y a que no nos importe
enséñanos a estar sentados quietos
incluso entre estas rocas,
nuestra paz en Su voluntad
e incluso entre estas rocas
hermana, madre
y espíritu del río, espíritu del mar,
no me consientas quedar separado

y llegue hasta Ti mi clamor.

Poema leído por
Esther Núñez, Maribel Domínguez Duarte y Gloria Gómez




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