EL JARDÍN DORMIDO
cubrí sus sueños,
vi la miel ocultarse tras sus párpados,
recé por dos piernas milagrosas,
me incliné sobre los latidos de su corazón,
vi trigo sobre el mármol y sueño.
Una gota de mi sangre lloró,
temblé…
el jardín duerme en mi lecho.
sin volverme hacia mi alma dormida,
oi el tintineo antiguo de sus pasos y las campanas de mi corazón.
- la llave está en su bolso
y ella duerme como un ángel después del amor-.
Noche sobre lluvia en la calle y ningún ruido
salvo los latidos de su corazón y la lluvia.
se abre,
salgo.
Se cierra,
mi sombra se desliza tras de mí.
¿Por qué digo adiós?
Bajé las escaleras.
Ni un ruido,
salvo los latidos de su corazón, la lluvia
y mis pasos sobre la escalera que desciende
desde sus manos al deseo de viajar.
Allí, ella me abrazó,
allí me golpearon los rayos de plata y clavel,
allí comenzaba su universo,
allí se terminaba.
Me detuve unos instantes hechos de azucenas y de invierno,
me marché,
dudé,
luego me marché.
Recogí mis pasos y mi recuerdo salado
y me marché en mi compañía.
Los deseos se han dormido tras las ventanas,
todas las historias de amor
y todas las traiciones se han dormido tras las ventanas
y la policía secreta también…
Por la mañana recogerá su beso
y sus días,
y luego preparará mi café árabe
y su café con leche.
Me preguntará, por milésima vez, por nuestro amor
y responderé:
soy el mártir de las manos que,
cada mañana, me preparan el café.
-¿Nos casaremos?
- Sí
- ¿Cuándo?
- Cuando crezcan violetas
en las gorras de los soldados.
los cafés de las aceras, los clubes nocturnos
y las ventanillas de venta de billetes.
Te amo, Rita. Te amo. Duerme.
Dentro de trece inviernos preguntaré:
¿Todavía duermes
o te has despertado?
¡Rita! Te amo, Rita,
te amo…
Perteneciente al libro: Bodas, 1977
No hay comentarios:
Publicar un comentario