viernes, 20 de junio de 2025

NACIMIENTO DEL POEMA

 


NACIMIENTO DEL POEMA

 

Va a nacer el poema en este instante.

Cuando se rompa un círculo y mis dedos

se vuelvan panorámicos y suden.

Cuando el gas encendido de la estufa

dibuje en la cocina un sol extraño,

y el salmón y las ostras modifiquen

la imagen vegetal de la lechuga.

Cuando pliegue los ojos y unas lágrimas

latentes se desprendan de mis párpados.

Cuando el mar se retire de mi alcoba

y alcance a ver las lúnulas del fondo,

tú, que observas el suave movimiento

de mis manos confusas y agitadas

al trazar la semblanza del análisis,

elúdete fugaz por esa cripta

de cisco azul y ruiseñores verdes,

que aun locutorio de agua te conduce.

 

Va a sentirse un estruendo, un estallido,

una luz de potencia sobrehumana,

la furia de un enorme juramento,

cuando escriba al declive de un instante

la sílaba final de este preludio.

 

El poema es así: nace terrible

cuando escindida la palabra muere.

 

Germán Pardo García

Cuadro: "La perla de la sabiduría" de Miguel O. Menassa

jueves, 19 de junio de 2025

EN EL BORDE

 

EN EL BORDE

 

Mi corazón avanza sin miedo por una esencial contradicción. Mi corazón alegre y aterrado, que baila con la flauta del mentiroso y se detiene ante una piedra desconocida.

 

Yo siembro en el campo de tu inmensidad. Oh insólita a quien la noche sorprende, como yo, lejos del reino de la noche.

 

Yo no estoy en el camino de los que detonan el universo y los que se deshacen por su cuenta, yo no quiero elegir entre los acuarios y el Mar Muerto.

 

¿Acaso no puedes, todavía y siempre, compartir este verano, en medio de los árboles gigantes, hecho por nosotros y hecho para nosotros, que todo le debe al dolor y nada debe al dolor, y en el que moriremos sin protocolos inútiles?

 

¡Todo un anillo de terror, como un incendio, en medio de la claridad que abrimos, trémulos privilegiados, para perdernos más intensamente!

 

El viejo cuyo rostro es apenas visible, a quien espera la mañana.

 

La niña de simples movimientos que salta de eternidad en eternidad, bajo las amenazas del litio. Estos son mis cimientos.

 

Aquello de que huyes es el poema. Aquello que te detiene y te espanta, es el poema.

Él quiere pasar por aquí, eso es todo.

 

Desasosiego: tu sosías escapa, en tanto tú te paralizas. La rosa desgarrada en la

noche del monstruo. Y las estrellas brillantes.

 

Rostro fugaz en la tormenta, tu ausencia yo ya la conocía, tu ausencia, el viejo

abismo tenebroso. Buena suerte, rostro perdido en la tormenta.

 

Cuando yo cierre los ojos, mi amor, los abrirás al otro lado del tiempo.

 

En suma, yo tengo una patria, leve posesión. Una patria oprimida por la ingratitud y el olvido, la dimisión y la negligencia.

 

Cuando me sueltan, y vuelvo allí, yo amo.

 

Abre, Sésamo, la puerta de mi casa. Allí, donde reina la lámpara del hombre, yo

ceso y recupero lo esencial. Yo soy el grillo que a saltado a la noche.

 

La soledad comienza donde los otros, el miedo en la mirada, se terminan. Vuelves a  tu peña junto al mar, que la tormenta visita y los espectros prefieren. ¿Cuántos rostros borrados hoy, apenas comenzadas las ceremonias del alba? ¡Ah, el

encuentro es difícil cuando todas las cartas están sobre la mesa! ¿Pero a quién

hablas, sino al amor, magnolia lúcida que todo te olvidas?

 

En mi campo de honor yo siembro. En mi campo de tinieblas me maravillo.

 

Aprende de los niños, esos desterrados de la noche, que en su noche más vasta se abandonan y vuelven como rayos a la realidad.

 

Raúl Gustavo Aguirre

Cuadro: "Alli te espero" de Miguel O. Menassa

 

miércoles, 18 de junio de 2025

BUSCO UNA ENFERMEDAD QUE NO ME ACABE


 

BUSCO UNA ENFERMEDAD QUE NO ME ACABE

 

Busco una enfermedad que no me acabe

sino el dolor constante de la vida:

algo para fingir que estoy dormida

detrás de este temblor de escarcha grave.

 

Busco una agua cósmica que lave

la lágrima terrible que me oxida;

busco el morir distinto, y voy herida

de una pena vulgar que nadie sabe.

 

Y así me marcho, sonriendo a todos,

luminosa de gracia y desventura,

con el secreto horror hasta los codos;

 

callándome en el verso y en la prosa,

para que escriban en mi tierra dura:

Esta mujer ha muerto de dichosa.

 

Cariada Oliver Labra

Cuadro: "Por nacer" de Miguel O. Menassa

 

martes, 17 de junio de 2025

EL ÁNGEL

 


EL ÁNGEL

 

Me he levantado,

he cubierto mi mesa con su tapete verde

y me he sentado cuidadosamente a deshojar

esta pequeña flor. Todo empezaba así.

Todo menos la muerte,

menos la vida,

el amor o el

odio.

Todo empezaba así,

la pasión de morir,

de vivir,

de amar, de odiar.

Oscuro jugador,

frente a mí el ángel

con su terrible luz,

su espada,

su abrasadora verdad.

Yo tenía solamente una flor.

Al sí y al no

jugaba contra el ángel,

jugaba al sí y al no,

al siempre, al todavía.

Pero tú conocías,

adversario cruel,

todas mis suertes.

Nada te delataba,

separado de mí

por una mesa

con su tapete verde,

una pequeña flor,

toda la muerte.

Fue larga la velada.

Al fin me diste un nombre.

Yo tenía una flor,

tú una espada de fuego. Yo

la sola libertad de querer tu victoria.

 

José Ángel Valente

Cuadro de Miguel O. Menassa

 

lunes, 16 de junio de 2025

PÁLIDA CIUDAD



PÁLIDA CIUDAD

 

Es ésta una ciudad donde el invierno

se despide con estos plumosos del otoño

y los semáforos

confunden puertos y ciénagas, con su luz.

Húmeda recorro la piel del que duerme destinos ocultos.

Pálida ciudad

hoy no amaré a nadie

vine a morir.

Cuando el sol cae cobarde y lentamente

no deseo verdor

sólo estas notas lentas.

En la desolada ciudad tuve un amigo

con una piedra en forma de lagarto

latiendo en el centro de su cuerpo.

Vivimos juntos en medio del asombro.

La guerra, aguas y espejos

y pequeños relámpagos.

Mi padre espera en la ciudad terrible

cruzó todas las puertas para morir

cavando una zanja o plantando soles

o ardiendo de noche mientras atravesaba a nado alguna

acequia.

Mi padre es triste las tardes de domingo

cuando miramos del brazo interminables túneles

y vuelve a confesar que me ama

que ama mi ciudad.

Muere mi padre muerto, tornado de mi brazo.

Nunca hubo realmente reinos

y el poder era música,

olvidaré al abuelo indio azotado hasta morir

y ése

ciertamente

es mi gesto de tristeza.

 

María Chévez

Cuadro: "Deseo los colores" de Miguel O. Menassa