domingo, 26 de enero de 2025

EL GUARDADOR DE REBAÑOS



EL GUARDADOR DE REBAÑOS

 

Desde la ventana más alta de mi casa,

con un pañuelo blanco digo adiós

a mis versos, que viajan hacia la humanidad.

Y no estoy alegre ni triste.

Ése es el destino de los versos.

 

Los escribí y debo enseñárselos a todos

porque no puedo hacer lo contrario

como la flor no puede esconder el color,

ni el río ocultar que corre,

ni el árbol ocultar que da frutos.

 

He aquí que ya van lejos, como si fuesen en la diligencia,

y yo siento pena sin querer,

igual que un dolor en el cuerpo.

 

¿Quién sabe quién los leerá?

¿Quién sabe a qué manos irán?

 

Flor, me cogió el destino para los ojos.

Árbol, me arrancaron los frutos para las bocas.

Río, el destino de mi agua era no quedarse en mí.

Me resigno y me siento casi alegre,

casi tan alegre como quien se cansa de estar triste.

¡Idos, idos de mí!

Pasa el árbol y se queda disperso por la Naturaleza.

Se marchita la flor y su polvo dura siempre.

Corre el río y entra en el mar y su agua es siempre la

que fue suya.

 

Paso y me quedo, como el Universo.

 

Fernando Pessoa

Cuadro: "Ajeno a las distancias" de Miguel Oscar Menassa

 

 


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