ELEGÍA DE UN MADRIGAL
Recuerdo que una tarde de
soledad y hastío,
¡oh tarde como tantas!, el
alma mía era,
bajo el azul monótono, un
ancho y terso río
que ni tenía un pobre
juncal en su ribera.
¡Oh mundo sin encanto,
sentimental inopia
que borra el misterioso
azogue del cristal!
¡Oh el alma sin amores que
el Universo copia
con un irremediable
bostezo universal!
Quiso el poeta recordar a
solas
las ondas bien amadas, la
luz de los cabellos
que él llamaba en sus
rimas rubias olas.
Leyó… la letra mata: no se
acordaba de ellos…
Y un día –como tantos-, al
aspirar un día
aromas de una rosa que en
el rosal se abría,
brotó como una llama la
luz de los cabellos
que él en sus madrigales
llamaba rubias olas;
brotó, porque un aroma
igual tuvieran ellos…
Y se alejó en silencio
para llorar a solas.
Antonio Machado
Cuadro: "Verde pasión" de Miguel O. Menassa
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