FIN DE UN SUEÑO
Entre mis dedos se ha
quedado un sueño.
Se ha quedado dormido como
un tierno.
Apenas alcancé a tocar sus
delicadas alas
alistándose para el vuelo.
Apenas si lo sentí llegar
en un canto.
No estoy triste por toda
la arena que se me quedó
en las manos
esperando el castillo que
habría de surgir
desafiándolo todo:
vientos
mareas
malos augurios de los
sacerdotes del tiempo.
Triste sí
por lo que pudo haber
sido,
porque hubiera podido ser
tan hermoso, pleno y soleado
arcoiris después de las
lluvias.
Hubiéramos podido inventar
el amor
desde tanta esquina
diferente,
irlo haciendo en un modo
nunca visto antes en el
mundo.
Porque podíamos.
Teníamos la magia,
la fórmula secreta
el gozo por descubrir
alquimias
encerradas en la memoria
de la tierra
pero no tuvimos, amor,
las alas amaestradas
que requería nuestro sueño
y nos quedamos allí,
en el umbral del poema,
mirándonos apenas
y sabiendo
que pudo haber nacido
y no lo despertamos a
tiempo.
Gioconda Belli
Cuadro: "El sueño dorado" de Miguel O. Menassa
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