SUBAMOS
A LA VIDA
¡Ea! ¡Aprisa subamos a la vida
la cada vez más empinada cuesta!
Empújame, dolor, y hállame luego
en su cima fantástica y desierta.
No, mi amante ni amigo
allí podrá seguirme;
¡Avancemos… ¡Yo ansío de la muerte
la soledad terrible!
Mas ¡para qué subir? Fatiga inútil
cuando es la vida fatigosa llama,
y podemos, ¡poder desventurado!
Con un soplo levísimo apagarla.
Ruge a mis pies el mar, ¡soberbia tumba!
La onda encrespada estréllase impotente
contra la roca y triste muerte el día
como en el hombre la esperanza muere.
¡Morir! Esto es lo cierto,
y todo lo demás mentira y humo…
Y del abismo inmenso un
cuerpo sepultóse en lo profundo.
Lo que encontró después posible y cierto
el suicida infeliz, ¿quién lo adivina?
¡Dichoso aquel que espera
tras de esta vida hallarse en mejor vida!
Rosalía de Castro
Cuadro: "Dueño de su vida y de su muerte" de Miguel O. Menassa
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