CUERPO A LA VISTA
Y las sombras se abrieron
otra vez
y mostraron su cuerpo:
tu pelo, otoño espeso, caída
de agua solar,
tu boca y la blanda
disciplina
de tus dientes caníbales,
prisioneros en llamas,
tu piel de pan apenas
dorado
y tus ojos de azúcar
quemada,
sitios en donde el tiempo
no transcurre,
valles que sólo mis labios
conocen,
desfiladero de la una que
asciende
a tu garganta ente tus
senos,
cascada petrificada de la
nuca,
alta meseta de tu vientre,
playa sin fin de tu
costado.
Tus ojos son los ojos
fijos del tigre
y un minuto después
son los ojos húmedos del
perro.
Siempre hay abejas en tu
pelo.
Tu espalda fluye tranquila
bajo mis ojos
como la espalda del río a
la luz del incendio.
Aguas dormidas golpean día
y noche
tu cintura de arcilla
y en tus costas,
inmensas como los arenales
de la luna,
el viento sopla por mi
boca
y un largo quejido cubre
con sus dos alas grises
la noche de los cuerpos,
como la sombra del águila
la soledad del páramo.
Las uñas de los dedos de
tus pies
están hechas del cristal
del verano.
Entre tus piernas hay un
pozo de agua dormida,
bahía donde el mar de
noche se aquieta,
negro caballo de espuma,
cueva al pie de la montaña
que esconde un tesoro,
boca de horno donde se
hacen las hostias,
sonrientes labios
entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la
sombra,
de lo visible y lo
invisible
(allí espera la carne su
resurrección
y el día de la vida
perdurable)
Patria de sangre,
única tierra que conozco y
me conoce,
única patria en la que
creo,
única puerta al infinito.
Octavio Paz
Cuadro: "Reencuentro" de Miguel Oscar Menassa
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