ELEGÍA DEL TACTO
Es
el instante en que la sumergida flor del tacto,
con
térmicos y largos promontorios,
la
flor única,
de
pétalos móviles
distribuidos
en los dedos,
se
inclina suavemente para soñar.
Y
sueña.
El
tacto
sueña
y
con profundidad de terciopelos
a
nivel de latentes superficies.
Toca
las perlas que no hallamos en las bajas mares
del
ser líquido.
Sepárase
del cuerpo y así la flor del tacto
sostiénese
en atmósferas astrales,
y
danza
como
la luz,
el
tacto
danza
en
un difuso mundo de sedas y de espinas.
La
piel tiene ese ambiguo color de la hierba madura
en
la sombra.
Las
voces del día
duermen,
coronadas
de usgos silenciarios.
Tenue
respiración impulsa al pecho,
como
rosada y tibia nave por mar híbrido.
Los
párpados se abren y cierran lentamente
cual
valvas de hipnóticas conchas,
y
el tacto,
la
flor única
y
espectral, incolora, alimentada
por
honda sangre aérea,
crece.
Y
su nocturna hostia multiplica
sobre
el tallo de la absoluta calma.
Germán
Pardo García
Cuadro: "Fragilidad del viento" de Miguel Oscar Menassa
No hay comentarios:
Publicar un comentario